martes, 13 de diciembre de 2022

La iniciativa solidaria de ucranianos en Canjáyar

En marzo 40 personas del oeste de Ucrania llegaron a Canjáyar. Gracias a los esfuerzos de una ucraniana, Elena Matysik, que ha vivido en el pueblo durante cuatro años, y la ayuda del Ayuntamiento local se dispuso un autobús que llevó a los ucranianos desde la frontera de Ucrania y Polonia a Canjáyar.


Hoy en día viven dos familias en Canjáyar y el resto de las personas se han asentado en pueblos vecinos. Algunos regresaron a Ucrania. “En Canjáyar vive la amiga de mi tía Yoanna, se llama Elena Matysik. En marzo la situación era tensa y nos invitaron a venir a España a esperar hasta que se calmara el conflicto. La gente de España nos quiso ayudar, estuvimos de acuerdo y llevamos nueve meses viviendo aquí”, dice Carina Pylypchuk, una mujer ucraniana de la ciudad de Rivne que vive ahora en Canjáyar.


El Ayuntamiento de Canjáyar ha alojado a los inmigrantes en el municipio. En otros pueblos los ucranianos alquilan viviendas gratis. “Nos gusta esta tierra. Aquí es hermoso y, ¡qué montañas increíblemente maravillosas! Desde el día de la llegada, los lugareños no han dejado de ayudarnos. La gente aquí es muy receptiva e increíblemente amable. Dori, la mujer que nos supervisa constantemente trae ropa y comida. Todas nuestras necesidades que surgen se cumplen”, dice Karina Pylypchuk.


Fue esta mujer española Dory la que ofreció a los ucranianos la idea de pintar macetas de acrílico y hacer varios colgantes por Navidad. Y ahora Karina, su tía Yoanna Pshevlotska y la amiga de su tía, Elena Matysik, están realizando esta creatividad. Los niños ucranianos ayudan a decorar los colgantes navideños. Esta iniciativa lleva solo un mes en marcha, pero las mujeres tienen muchas ideas para el futuro de esta iniciativa.


Estas mujeres ucranianas son artistas autodidactas, no tienen una educación artística especial, nunca han asistido a escuelas de arte. Es cierto que la segunda tía de Karina Pylypchuk, que se quedó en Ucrania, es artista. Su tía Yoanna Pshevlotska trabaja como madre maestra en un orfanato en Ucrania, la óblast de Lviv, junto con sus nueve hijos adoptivos constantemente hace manualidades, decora artesanías, hace la ikebana y trajes por las carnavales.

“Probablemente es una habilidad innata para dibujar. Me encanta pintar, es mi hobby. Ninguno de nosotros aprendió a dibujar. Solo buscamos imágenes en Internet y las copiamos” dice Karina Pylypchuk.


Las mujeres pintan una variedad de flores, paisajes de Canjáyar y patrones navideños en macetas. Los niños pintan y decoran con su imaginación trozos de oliva precortadas. Las pinturas se llevan a cabo con pinturas acrílicas, luego el trabajo se cubre necesariamente con barniz para proteger la olla, por ejemplo, de la lluvia o el sol, y así estará en la calle en el futuro.



“A todos nos gusta mucho el proceso de fabricación, nuestro nuevo trabajo nos gusta, eso es lo más importante. Todo está hecho a mano, incluso si copiamos dibujos de Internet. Pero tal falsificación no se puede comprar en la tienda. Cada pintura es única, no es una cinta transportadora. Incluso si se nos pide por encargo repetir tal pintura es imposible, se puede crear algo similar, pero no idéntico al cien por cien”, dice Karina Pylypchuk.


Pintar una maceta lleva de 7 horas a 20 minutos, dependiendo de la escala del patrón o la complejidad de la decoración. Este trabajo requiere esmero y concentración, lo que no siempre es fácil, porque las ucranianas tienen muchos niños pequeños que requieren atención. La mayor parte del tiempo se dedica a la decoración porque se dedica mucho tiempo a pensar en la mejor manera de pegar la decoración para que el comprador potencial lo disfrute.


Mientras que entre los compradores eran sólo los habitantes de Canjáyar, ellos les gusta la iniciativa, pero los ucranianos esperan que puedan ir a los mercadillos navideños y ferias de año nuevo en otros pueblos y presentar su creatividad. Hasta ahora ellas han presentado su trabajo en la Fiesta de las aceitunas a finales de noviembre y en el Concurso Solidario de Paellas en diciembre en Canjáyar.

 

“Los ingresos de la venta son nuestros ingresos. Creo que estos murales son una buena oportunidad para el desarrollo de un pequeño negocio. No sé cómo se desarrollará la situación, cuánto durará la guerra en Ucrania. Tal vez alguno de nosotros quiera quedarse en el pueblo. Ahora estamos probando nuestras fuerzas”, dice Karina Pylypchuk.


Las ucranianas en Canjáyar asisten a cursos de español, todos los niños estudian en la escuela en Canjáyar. Ya entienden mucho, pero aún no hablan bien, pero tienen mucho entusiasmo por aprender el idioma.


“Después de un nuevo bombardeo en nuestra área, salimos de Ucrania a España. Tengo nueve hijos y tenía que cuidar de su seguridad. Mis hijos ya han sufrido en la vida. Algunos de ellos ya han perdido a sus padres. Ahora viven en un orfanato de tipo familiar. Soy su madre maestra. Cuando llegamos a Canjáyar, fuimos recibidos con mucha amabilidad y alegría. Durante nuestra estancia aquí, la gente viene constantemente a nosotros para ayudarnos. Cualquiera que sea el problema que tengamos, siempre hay alguien allí para ayudar. Estamos muy agradecidos a todos los que nos ayudaron en todo. En primer lugar, a cada persona que nos ha ayudado material y espiritualmente”, dice Yoanna Pshevlotska.


Fuente: lavozdealmeria.com

El olivo de Almería se hace fuerte ante la sequía

El accidentado relieve del interior de Almería está salpicado por pequeñas minas, y no las de cobre, sino de las de ese oro liquido que se llama aceite. Una de estas minas es la Almazara de la Vega en Canjáyar, dirigida Paco Canet, un antiguo mecánico que “por circunstancias especiales de los demás acabó aquí”. Junto a José Francisco Duarte en 2017, renovaron la almazara dándole un lavado de cara e implicándose más en el proceso de la producción para evitar su cierre. A diferencia de las grandes cooperativas que existen en las provincias donde el cultivo de la oliva es predominante, esta almazara es más bien pequeña, pero no se necesita una más grande si es que se trata de una factoría que trata las cosechas de familias, para las familias.

Durante la campaña de recogida de aceituna, que suele prolongarse desde principios de octubre hasta el inicio  del mes de febrero, la almazara puede llegar a tratar una cantidad de 2 millones de kilogramos, procedentes de las fincas de 65 socios diferentes que conforman la almazara. Esto supone que la cantidad semanal que pasa por las cintas  de la Vega es de entre 30 y 50 mil kilogramos, suministrados por proveedores que normalmente son pequeños propietarios. 

Desde que el fruto del olivo entra a la almazara a través de una rampa en el suelo, hasta que sale en forma líquida ha de recorrer primero un camino. El proceso comienza con la elevación de las olivas mediante una cinta hasta la sopladora, donde se limpia el producto de pequeñas ramas y hojas que se cuelan durante la  recogida. Una vez cribadas, se extrae una muestra de un kilogramo para analizar el rendimiento del producto, lo que sirve para establecer el precio. El análisis consiste en convertir el peso de las aceitunas en litros, para ello se toma una muestra de 400 gramos y se introduce en una máquina que calcula el agua que hay en la aceituna. “En un vaso si hay mucha agua, cabe menos aceite, pues igual sucede con la aceituna”, explica Paco Canet. Una vez queda zanjado el tema de la burocracia, la aceituna incluido el hueso se muelen en un molino hasta crear una pasta. Esta pasta se traslada a una batidora que está en constante movimiento espiral. De esta manera se va extrayendo poco a poco el aceite que se vierte en  una centrifugadora, que como bien dice su nombre, centrifuga a la manera de una lavadora para decantar la pasta. De esta manera, los sólidos quedan pegados a las paredes del cilindro mientras, que el aceite en “bruto” cae sobre un tamizado para pasar una última filtración de gruesos. Todo ello se hace a una temperatura de entre 25 y 27 grados, la generada por el propio movimiento de las máquinas. Este método de transformación se llama ‘en frío’ puesto que, prescinde de alguna manera calorífica de separación de aceite. Asimismo, esta empresa también descarta el lavado del aceite con agua caliente que se usa en otras almazaras para acelerar el proceso de limpieza. Alicia Gómez, trabajadora de la Almazara de la Vega, explica que se ha optado por este método para mantener la calidad y las propiedades  del aceite en su totalidad. Una vez superado el filtro del tamiz, el aceite ya limpio se somete a una decantación natural, es decir las últimas impurezas caen al fondo del depósito por la propia fuerza de la gravedad. Por último, el aceite se almacena en seis depósitos de una capacidad de 30 mil kilos cada uno, más un depósito motriz  donde se almacena el aceite totalmente filtrado.

"SE HACE LA EXTRACCIÓN EN FRÍO PARA MANTENER LA CALIDAD Y LAS PROPIEDADES DEL PRODUCTO EN SU TOTALIDAD", ALICIA GÓMEZ


Este proceso tan acelerado dista ya mucho del procedimiento con el que se empezó a extraer el aceite de oliva, cuando la aceituna era molida por un gran molino de piedra movido por animales de tiro. Tampoco se usan ya los capachos de esparto, entre los cuales se colocaba la pasta. Así, con la superposición intercalada, se prensaba la estructura para drenar el aceite, además se añadía agua caliente, para hacer el aceite más líquido para facilitar la filtración.


Este año, sin embargo, no ha sido el mejor para el olivar almeriense. La subida de los precios de las energías ha duplicado las facturas de la almazara, unido a que las fincas han perdido al menos un 70% de la productividad este año. Todo podía indicar que la culpable era la sequía, como el factor que afectado otros tantos cultivos. Sin embargo, el fenómeno causante de los daños fue la calima del mes de marzo, que afectó a la trama, la flor del olivo en el momento crucial para el desarrollo del fruto. De hecho, la falta de agua en el valle del Andarax no es un problema. La finca de Canet dispone un riego por goteo, que bombea el agua de un pozo propiedad de una Comunidad de Regantes. El fácil acceso al agua en la zona se debe a que, a principios del siglo XX  empresarios ingleses, propietarios de las minas de cobre del valle, para resolver las inundaciones de las minas, desviaron el agua hacia Canjáyar. Esto propició que el lugar se convirtiera en un sitio apto para el cultivo, no solo del olivo, sino que también de parra. El único problema de del que se queja Paco Canet es que, a pesar de tener las condiciones perfectas para el olivo, es que existe una gran escasez de terreno.

Un atractivo de la producción del aceite, según comentan los de la Almazara de la Vega, es que es un proceso retroalimentativo del cual no se desperdicia nada, por lo tanto, se convierte en un negocio sostenible, porque lo que no aprovechan unos, lo aprovechan otros. Por ejemplo, cuando se decanta el aceite, los sólidos que caen al fondo se transforman en orujo, a partir del cual se puede  obtener más  aceite. Por ello, en la vega almacenan este producto a la espera de que sea recogido por orujeras. Así también sucede con el poso, que se generan durante el almacenamiento del aceite sin filtrar. Estos últimos restos son utilizados en la producción de productos derivados del olivo. Se aprovecha hasta la hoja que había sido tratada como un desperdicio al principio, sirviendo de pasto al ganado con cuyos desechos se abonarán las fincas. De esta manera se cierra el círculo de retroalimentación.

La  almazara de Paco Canet y José Francisco Duarte es un lugar que ha creado una marca propia, OliveOlé que además de incluir los aceites vírgenes, se ha aventurado en proponer una línea de cuatro aceites que mezclan sabores. La línea ‘Fussion’  experimenta con los sentidos y su fin es encontrar el sabor que más se ajuste a la personalidad del consumidor. La  marca se ha  ampliado con cinco aliños de aceituna nuevos.

Fuente: diariodealmeria.es


Concurso de paellas en Canjáyar en solidaridad con sus pequeños ucranianos

La Almazara de la Vega, ubicada en el municipio almeriense de Canjáyar, organiza este próximo domingo 4 de diciembre su atractivo Concurso Solidario de Paellas. La recaudación de toda la jornada estará destinada, en esta quinta edición, a los numerosos niños ucranianos que residen en el pueblo, gracias a los planes de acogida que se pusieron en marcha tras estallar el conflicto con Rusia.


Según informa la organización, lo que se obtenga de la recaudación de la venta de bebidas y platos de paella, además de las migas que se van a preparar en esta actividad, será entregado a los distintos establecimientos de alimentación de la localidad, para que las madres cuidadoras de los pequeños refugiados puedan adquirir distintos productos con cargo al importe finalmente recaudado a lo largo de este domingo en la explanada del helipuerto.


El municipio canjilón sigue demostrando su solidaridad a raudales con actividades como esta, en la que serán protagonistas estos pequeños vecinos llegados desde Ucrania. Además, está previsto que se planten olivos, por parte de la almazara que produce el AOVE Andarax, que llevarán el nombre de cada uno de los niños y niñas ucranianos.


En esta quinta edición del concurso, el cartel anunciador ha sido elaborado gracias a los dibujos de algunos de estos críos, que también formarán parte de una jornada festiva, familiar y sobre todo solidaria, por lo que se espera una gran afluencia de participantes y curiosos. Familiares y amigos disfrutarán este domingo de la gastronomía, de atracciones para todas las edades y los asistentes tendrán la oportunidad de conocer también cómo se obtiene el aceite de oliva virgen extra de la forma más pura y auténtica.


La Almazara de la Vega premiará al ganador de su concurso con una importante cantidad de aceite de oliva, formando el jurado que decidirá qué paella se merece el primer puesto Jacinto Castillo, periodista agroalimentario de La Voz de Almería y Cadena SER, o Paco Canet, presidente de Aceites Andarax, además de Daria, una joven de Ucrania.



Fuente: lavozdealmeria.com