Manuel posee más de quinientas parras de uva Crimson que cuida de manera tradicional y le permiten vivir todo el año
Manuel Abad Rodríguez lleva más de cuarenta años dedicado a la agricultura, y cada día se levanta cuando aún no han salido los primeros rayos de sol y se desplaza a la Barriada de Alcora, situada a cuatro kilómetros de la Villa de Canjáyar, para cuidar sus más de quinientas “parricas”.
La parra es una planta que ha dado de comer durante muchos años a los vecinos del Valle del Andarax, y fue una de los grandes pilares que sostuvieron la economía de Almería durante el siglo XIX y gran parte del XX.
Hasta aproximadamente el año 1980, la Uva de Barco o Uva de Ohanes se producía mayoritariamente en esta zona media de la alpujarra almeriense. Aquí mismo se envasaba y se preparaba para exportarla como un bien preciado a las mejores mesas de todo el mundo.
Desde entonces, muchas son las cosas que han cambiado, pero Manuel sigue utilizando el mismo método de cultivo que en aquellos años y no ha perdido la esperanza ni la ilusión de seguir viviendo de una de las profesiones más importantes del mundo: La agricultura, que permite cultivar el alimento que nos da de comer y nos mantiene vivos.
–¿Cuáles son las fases para el cultivo de la uva a lo largo del año?
–La parra es un árbol de hoja caduca y con la caída de la hoja o pámpano es donde está el inicio de la campaña. El cultivo consta de tres fases: La preparación, la curación y la recolección.Durante la preparación se hace la poda para acondicionar la planta para el año que viene, dejando los “uveros” que son los diferentes tallos principales de los que posteriormente brotan el resto. En esta fase, éstos se amarran al alambrado para distribuir la cubierta y conseguir que las ramas cubran el techado del invernadero. Para este amarre, sigo utilizando el esparto como hacía tradicionalmente mi padre y mi suegro.Una vez preparada la parra y el suelo, esperamos a que brote la planta, que suele ser a comienzos de primavera.La segunda fase consiste en la curación de la flor, para evitar que ataquen los hongos al fruto. Este proceso lleva aproximadamente unos tres meses.Por último, la fase de recolección, en la que se corta la uva ya madura con mucho mimo y se envasa para su venta.
–En los años de esplendor de la uva, Canjáyar contaba con dos cooperativas que ahora están cerradas. ¿Cómo lo hace para envasar la uva?
–Es muy curioso, porque creo que soy de los pocos agricultores de uva que queda por la zona, y la gente echa mucho de menos “la faena” que es como se llamaba en aquel entonces a la limpieza y envasado del fruto. Por ello, un grupo de señoras, vecinas y amigas, se reúnen voluntariamente en la plaza de abastos para realizar esta labor. Podríamos decir que Canjáyar ha recuperado la faena de la uva medio siglo después.
–¿Y no cobran nada?
–Le pago en uva -se ríe- con toda la que puedan comer. Lo hacen por amor al arte, solo con el objetivo de compartir la tarde en consonancia con amigas y vecinas. Es algo voluntario, y en el pueblo la gente es muy hospitalaria y entregada. A menudo traen dulces elaborados por ellas, chocolate, café y disfrutamos de la tarde con un pasatiempo que contribuye a que el negocio de la uva siga su marcha.
–¿Sigue siendo rentable dedicarse al cultivo de la uva de mesa?
–Depende del año y depende principalmente de tres cosas: la productividad de la plantación, los kilos que se puedan aprovechar para la venta, y sobre todo del precio. Si tienes muchos kilos de producto y le ataca a la cosecha alguna enfermedad como el melazo, o se pudre a causa de la lluvia, la cantidad aprovechable no permite ganar mucho dinero. La clave es que se puedan aprovechar muchos kilos y que se pueda vender a un precio uniforme.
–¿Le permite la cosecha vivir de ella todo el año?
–El año pasado las condiciones meteorológicas afectaron notoriamente a la plantación, y las enfermedades fueron muy fuertes, por lo que el beneficio fue mínimo.Te da para sacar lo propio de un sueldo mensual que te permite vivir todo el año, pero sin duda no te haces rico dedicándote a esto.
–¿Quiénes son sus principales compradores?
–El mayor groso de la producción la compran los diferentes mercados de la Alhóndiga Virgen del Mar (Almería) donde se distribuye y comercializa a nivel provincial. También se vende en el mercado de abastos de Canjáyar por su proximidad, ya que todos los vecinos de la zona conocen el producto y su forma de cultivo, y saben que se trata de un producto de calidad que lleva cortado apenas unas horas, por eso son ellos quienes más lo demandan. En algunas ocasiones he intentado venderla en mercados cordobeses y granadinos, pero el desconocimiento ha hecho que no triunfara la venta. Por lo general, la uva se queda en la provincia de Almería.
–Desde Alcora, ¿dónde es lo más lejos que conoce que ha llegado su producto?
–Ahora estamos haciendo envíos a Barcelona con familiares y amigos. Los almerienses y canjilones que viven allí, reclaman el producto cuando saben que se avecina la campaña, y desde el pueblo nos organizamos para hacerles llegar un poco de su tierra hasta sus casas.
–Para que tanta gente la demande, ¿qué tiene de especial esta uva?
–Está muy buena. Es la variedad “Crimson”, que se trata de una especie de uva roja sin semilla con granos firmes y crujientes, de un tamaño mediano y un poco alargada. Su pulpa es muy dulce y jugosa. Sin duda el hecho de que no tenga pepitas es su principal ventaja, ya que la gente cada vez es más cómoda y prefiere la uva sin hueso ante cualquier otra, si además está exquisita, como es el caso, tiene todas las cualidades para ser un producto excepcional.
–¿Qué diferencias aguarda esta variedad con respecto a la Uva de Barco?
–Son completamente diferentes. Al igual que evoluciona la sociedad , también lo hacen los productos. Como ya he apuntado, la ausencia de semillas es muy apreciada puesto que facilita su consumo. Además, tiene buena resistencia a la manipulación, transporte y conservación, aguanta mucho tiempo en buenas condiciones.
Fuente: diariodealmeria.es
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